En toda experiencia el cliente capta las sensaciones del entorno mediante sus sentidos e intuición. La vista, el olfato, la audición, el gusto y el tacto son esenciales en la captura de información, sin embargo la intuición cumple un rol clave al inicio de cualquier experiencia
Una vez iniciada la experiencia, las percepciones respecto a la misma comienzan a determinar sus reacciones, se
emiten juicios que permiten orientar la continuidad de la experiencia. Estos primeros juicios, generan impulsos que determinan de manera instintiva la modalidad de
nuestro viaje. Los impulsos pueden ser de tres maneras: a favor (seducción), neutral, o en contra (animosidad)
Por último, la tercera fase ocurre cuando el cliente conceptualiza su experiencia y construye un relato sobre la misma donde rotula y clasifica los acontecimientos que en ella sucedieron: “esto fue agradable, esto fue excepcional, realmente me sorprendió”, “esto me cargó, fue pésimo”
La experiencia construye en el consiente e inconsciente del cliente, lo que denominamos conciencia de marca donde convergen las asociaciones emocionales y racionales percibidas en cada fase de la experiencia
Esta conciencia de marca es aquello que determina la posibilidad de
RECOMPRA, FIDELIDAD y RECOMENDACIÓN